Diez consejos para detectar y evitar el fraude online en tiempos de uso intensivo de Internet

Si compras online por primera vez, usa páginas conocidas. Busca comentarios de otros consumidores sobre la empresa, infórmate sobre su política de devoluciones, plazo de entrega, gastos de envío y comprueba que te lleva a una página segura para hacer el pago.

Usa sitios web con cifrado (certificados HTTPS), que ayuda a proteger la información más confidencial de los asistentes, como es el caso de las tarjetas de crédito. Es importante diferenciar las páginas que utilizan cifrado (identificadas con un candado cerrado en el navegador) de las que no (candado abierto). Desconfía de sitios web que no cifren la información y nunca incluyas datos sensibles.

Comprobar los correos electrónicos. Durante estos días recibimos una avalancha de mails de e-commerces, apps, entidades bancarias, seguros, etc. que ofrecen premios, ganancias o propuestas laborales durante el confinamiento. Es muy importante comprobar la autoría de los mismos y extremar la precaución ante correos de empresas o personas que no conoces. En muchas ocasiones, detrás de un beneficio fácil suele haber una estafa escondida.

Phishing. El robo de credenciales para suplantación de identidad es uno de los delitos más extendidos en la red. Para evitarlo debemos asegurarnos de que los correos que abramos corresponden a los sitios oficiales desde donde nos escriben. El phishing se esconde en páginas y correos que parecen ser de tu compañía y que, en realidad, son de un tercero que simula su apariencia. En ocasiones es muy difícil de detectar, porque los estafadores utilizan logos de la marca, un lenguaje similar y un mensaje más o menos coherente. Comprueba que el correo no tenga errores gramaticales, que las direcciones o enlaces del email te llevan a la página oficial de la compañía y no a una parecida, que no contengan ficheros sospechosos o que demanden una respuesta inmediata o urgente. Desconfía si te piden nuevamente información que ellos ya deberían conocer.

Proteger las credenciales de identificación web (usuario y contraseña). Una alerta de peligro clara es que alguien quiera que le envíes tu contraseña por cualquier motivo, aunque parezca razonable. Los datos de acceso a cualquier servicio son personales y secretos y nadie debe requerírtelos. Los sistemas de identificación que utilizan la biometría de las personas (huella, rostro o iris), como es Biocryptology, pueden ayudar en este aspecto, al evitar la suplantación de identidad.

Acudir directamente a las empresas. Las compañías tienen normalmente servicios de atención telefónica, direcciones de email oficiales de consulta y chats online. Si dudas de la veracidad del mensaje, confírmalo con tu proveedor oficial.

Las tarjetas de crédito. Son otra fuente de riesgo permanente. En breve mejorará la seguridad al imponerse la obligación para que las entidades utilicen sistemas de autenticación reforzada de clientes (SCA). Entre tanto y como norma general, debemos seguir las recomendaciones de la entidad emisora y asegurarnos de introducir nuestros datos sólo en páginas seguras.

Redes sociales. Las redes sociales se están convirtiendo en un e-commerce más. A través de ellas podemos adquirir productos. Es importante pagar de forma segura y tomar una serie de precauciones, por ejemplo, asegurarnos de no dejar los datos de la tarjeta guardados en los perfiles, ya que alguien podría acceder a ellas y adquirir productos.

Extremar la seguridad. No debemos enviar a nadie nuestras claves personales y bancarias por email, WhatsApp ni otros sistemas online. Si necesitamos dar nuestros datos personales a una tienda o un amigo, lo mejor es hacerlo por teléfono.

Evitar la difusión de un mensaje sin contrastar previamente. El deseo de ayudar nos hace vulnerables porque bajamos la guardia. Es importante detener la cadena de difusión de mentiras, fraudes o falsas oportunidades laborales como las que están llegando por WhatsApp. La mejor manera de informarse es acudir a fuentes oficiales y a los medios de comunicación. La difusión de mentiras y bulos contribuye al aumento de la crispación.